Efectos
del covid-19 en la educación en Venezuela
Por
Daniel Arias
Alfonzo
marzo 27, 2020
Dedicado a Hugbel Roa y Aristóbulo Istúriz
Uno de los efectos más importantes de la actual “cuarentena” que ha
obligado a millones de venezolanos a quedarse en sus casas ha sido el impacto
catastrófico que esta situación ha generado sobre el subsistema educativo,
especialmente las escuelas y universidades públicas, donde profesores con un
bajísimo sueldo que apenas da para la subsistencia biológica y estudiantes,
mayoritariamente de las clases populares, están siendo lanzados al desafío sin
precedente de pasar a la denominada “teleeducación”.
En países de amplia difusión de los medios tecnológicos, donde la
inmensa mayoría de las personas tienen celulares inteligentes y computadoras de
escritorio o portátiles a su disposición, ciertamente, esta etapa de conversión
de una educación presencial a una educación a distancia durante meses no debe
representar mayores complicaciones, siendo cuestiones de simple asesoramiento
técnico por parte de los profesores a los alumnos. En situaciones de extrema
necesidad, como la actual cuarentena, muchas universidades han difundido
ampliamente por sus redes sociales, especialmente por cadenas de Whatsapp, la
aplicación Facebook Classroom para que el profesor logre de
forma exitosa su misión educativa.
El problema en Venezuela es que, a diferencia de otros países, muchos
educadores no tienen computadoras o teléfonos inteligentes, y muchos de los que
disponen de estos equipos simplemente no tienen Internet básico en sus casas.
Tendrían que salir de sus casas para buscar una zona Wi-Fi y actualmente es
imposible; los cibercafés también están cerrados por no ser lugares
expendedores de alimentos.
Para quien vive fuera de Venezuela o fuera de Caracas, es imposible de
imaginar las dificultades de todo tipo que sufre el ciudadano de la provincia
para tener servicios de Internet, así como las trabas burocráticas que hacen
una tarea casi imposible solicitar el ABA de CANTV.
A todo esto, debemos sumarle el trabajo de la delincuencia organizada,
que en la búsqueda de los denominados “materiales estratégicos” ha dejado sin
cables ni servicios digitales a muchas urbanizaciones del país, incluyendo en
esta tragedia a una famosa universidad del estado Aragua, donde los profesores
tienen que hacer acto presencial para descargar las notas finales, después de
pasar años transmitiendo las mismas por Internet, por lo cual no creo que la
situación telemática del resto de las universidades venezolanas sea mucho mejor
en términos estandarizados.
Si salimos del mundo profesoral, encontramos en el alumnado una
situación muy superior en cuanto a las carencias de medios digitales (PC y
celulares inteligentes), por lo cual genera una angustia pensar en las
posibilidades reales de pasar la educación presencial a la educación en línea
de forma masiva en Venezuela.
No cabe duda de que en las instituciones privadas, donde los estudiantes
llegan a pagar como mínimo 15 dólares la mensualidad, esta situación es
muy diferente dado que en sus casas existen los medios físicos para adaptarse a
las necesidades de esta crisis y el director de la institución solo debe
contratar un técnico que le abra la materia a cada profesor en Facebook
Classroom para que automáticamente se adapten al mundo digital.
Lamentablemente, el director de las escuelas públicas, no tiene recursos
financieros ni para pagar asesorías técnicas, o comprar equipos tecnológicos
para los profesores y esto nos lleva a reflexionar sobre la utilización de los
recursos del Estado en época de bonanza.
Esta realidad me hace recordar la famosa de fábula del griego
Esopo “La hormiga y la cigarra”, en la que la hormiga trabajaba afanosamente
para guardar alimento y la cigarra se pasaba el día cantando, hasta que llegó
el invierno y se dio cuenta de que moriría de hambre por no haber sido
previsiva en tiempos anteriores a la situación de contingencia.
Los ministerios de Educación y de Educación Universitaria
han demostrado no tener ningún plan de contingencia para esta situación, ni
previeron nunca entregarle a cada educador una computadora tipo Canaima con la
condición de que digitalizaran por completo sus actividades y evaluaciones en
la medida de lo posible.
No podemos sancionar a los niños que reciben con alegría indescriptible
sus computadoras Canaima, pero sí podemos demandar de las personas adultas
obligaciones y tareas concretas que nos hubiesen preparado para esta
contingencia escolar, que va a todos los niveles de la educación en Venezuela.
Es indignante para nosotros observar cómo en algunos países europeos
siguen funcionando los comedores escolares porque se han organizado para llevar
los almuerzos a las casas de los estudiantes, de la misma manera que grupos de
voluntarios en Corea del Sur están organizados y prestos a llevar las bolsas de
los mercados a los hogares y muy especialmente a las casas de las personas de
la tercera edad, que deben guardar rigurosa disciplina durante la cuarentena
(tarea que desempeñan en este caso los jefes de calle).
El maestro Simón Rodríguez decía que la escuela era para educar
ciudadanos y crear republicanos, lo que me hace concluir que hemos fracasado
como proyecto educativo nacional en los últimos años, por la incapacidad de
crear personas responsables y previsivas que entiendan que la disciplina y la
organización no son cadenas que coartan la felicidad y la libertad individual,
sino requisitos indispensables de las personas adultas que deben ser padres de
familias, trabajadores ejemplares, ciudadanos respetuosos y otras virtudes que
ciertamente parecen haber desaparecido de la escuela y la sociedad venezolana.
Pensar que con estos niveles de informalidad, desorden, indisciplina y
falta de planificación ante situaciones de contingencia como guerras o
terremotos, se puede estructurar un país desarrollado o una Venezuela Potencia
es una demostración de necedad increíble, si no se entiende de una vez y para
siempre la importancia de construir un sistema educativo que atienda las
necesidades colectivas de la nación e individuales de los ciudadanos.
Este es el motivo principal del éxito de Corea del Sur, Taiwán o
Alemania, cuyos sólidos sistemas educativos forman dentro de sus sociedades
ejércitos no uniformados de ciudadanos instruidos y disciplinados.
Una de las lecciones inolvidables que deben aprender dentro de la
sociedad venezolana es, sin duda, la importancia de la participación ciudadana
dentro de las instancias locales y vecinales, pues no basta con tener más de
3.000 comunas, más de 48.000 consejos comunales y más de 300.000 jefes de calle
si no tienen la organización, adiestramiento y equipamiento para manejar
situaciones de contingencia.
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